Desde muy pequeño, Mauricio Múnera entendió que la vida no está hecha de un solo color, sino de infinitos matices. Creció en Medellín, en el barrio La 80, rodeado de una familia donde el amor era el primer lenguaje, y la diversidad, una forma natural de mirar el mundo. «Tuve la suerte de tocar la diversidad de cerca —recuerda—. Dos de mis amigas, ambas llamadas Marcela, tenían síndrome de Down. Jugábamos juntos, y fue allí donde aprendí que la vida tiene muchas formas, colores y posibilidades.»
La adolescencia llegó como un tramo más retador del camino. Mauricio fue un joven solitario; atravesó el dolor del bullying debido a su orientación sexual. Pero lejos de permitir que esa herida definiera su historia, encontró en los grupos culturales y logísticos del colegio un refugio para reinventarse. Allí, en medio de actividades y encuentros, empezó a descubrir en sí mismo las primeras semillas del liderazgo y el trabajo en comunidad.
Su vocación de servicio, que en la infancia florecía en juegos donde se imaginaba como médico, buscó un cauce más firme cuando eligió estudiar medicina. Sin embargo, después de cuatro semestres, entendió que su propósito estaba en otro lugar. Se lanzó entonces a una nueva aventura: administración de empresas. Así, entre decisiones, aprendizajes y nuevos comienzos, Mauricio seguía trazando su camino.
Liderar con botas, corazón y propósito
Lo vivido en su infancia y adolescencia no solo lo marcó, también lo forjó. Su vocación de servicio nunca se apagó. Culminando la universidad, y con el corazón lleno de sueños, emprendía el camino hacia su práctica profesional. Fue entonces cuando decidió enviar su hoja de vida al Banco Industrial Colombiano —lo que hoy es Bancolombia—. No fue un acto impulsivo, fue una decisión guiada por la certeza de que ese era su lugar. Hoy, después de 29 años en Bancolombia, lidera con convicción el equipo nacional de asesores móviles, fiel a su lema: “del escritorio al territorio”. Su trabajo no se queda en la oficina. Él y su equipo llegan hasta donde nadie más llega, a zonas donde no existen oficinas físicas y el acceso es complejo, pero donde la necesidad de asesoría financiera es urgente.
Gracias a su liderazgo, este programa ha llegado a más de 750 municipios, abriendo caminos para la inclusión financiera real. Además, lidera el modelo de encadenamiento productivo, que conecta empresas como caficultoras o distribuidoras de leche con pequeños productores rurales. “Identificamos los actores de la cadena y brindamos microcréditos a campesinos que viven en zonas apartadas”, explica.
Con este enfoque multisegmento, ya son 670 mil los clientes que se han beneficiado. Hombres y mujeres del campo que ahora tienen acceso a microcréditos, ahorro y educación financiera. Mauricio no solo lidera con estrategia, también con empatía. Se sienta a conversar con las comunidades, acepta la invitación a almorzar del campesino y prefiere que lo vean como un aliado y no como un visitante.
Hoy, continúa soñando y ejecutando proyectos transformadores como los laboratorios de educación financiera en Chocó, Pasto, La Guajira y Villavicencio. “Con la Fundación Bancolombia llegamos a Itsmina, donde iniciamos un programa piloto con lancheros para enseñarles sobre ahorro y finanzas a través del juego y de sus hijos, quienes se convierten en un canal poderoso para el aprendizaje”.
Una conversación transformadora
Ningún viaje hacia el liderazgo está completo sin un reencuentro con uno mismo. Por eso, Mauricio, también coach ontológico, sigue afinando su propósito cada día. Durante su paso por el Programa Integral de Liderazgo – PIL, encontró algo que, según cuenta, ni los cursos en Europa ni la experiencia bancaria le habían ofrecido: una conversación diversa y profunda, con personas que ven el mundo desde lugares distintos.
“Siempre había estado rodeado de banqueros… en 1000 líderes por Colombia encontré al líder social, al de la fundación, etc.”, cuenta.
Gracias a esta experiencia, aprendió a escuchar con intención, a comprender que cada mirada es una oportunidad para crecer. Y esa capacidad de conectar se ha convertido en su herramienta más poderosa para motivar y enseñar.
“Reafiancé mi propósito, y es el que transmito a mi equipo cada día: inspirar vidas, entregar conocimiento y transformar la sociedad”.