Después del paro y de las marchas del 2021 y de la campaña electoral de este año, he querido tener un espacio para decantar y compartir algunas de mis reflexiones sobre mi visión del sector empresarial y su rol en la construcción de país.
Quienes me conocen saben que, previo a mi historia en Origen, durante casi 17 años trabajé y ayudé a construir una empresa familiar dedicada al desarrollo inmobiliario; vengo y hago parte de una familia de empresarios y, en los últimos 14 años, gracias a mi rol en Origen, he tenido el privilegio de conocer y trabajar de cerca con muchas empresas de diferentes tamaños y sectores de la economía.
Por otro lado, mi experiencia en Origen también me ha permitido conocer más de cerca al sector público; a las comunidades y sus líderes, y a las diferentes regiones con sus desafíos, ampliando, de alguna manera, mi mirada del país, sus necesidades y oportunidades. Igualmente, gracias a mi rol, he sido testigo del poder del liderazgo colectivo y de la necesidad de facilitar espacios de conexión que nos permitan resignificar nuestras creencias sobre “los otros” para poder escucharnos y reconocernos con empatía e identificar caminos comunes.
En esta oportunidad, quisiera poner el foco en el rol del sector empresarial en la construcción del país y en los retos que enfrentan día a día quienes escogen con valentía hacer empresa en Colombia y en América Latina. En Origen estamos convencidos de que, si queremos países prósperos, con mayores oportunidades y menores índices de pobreza y desigualdad, necesitamos rodear y fortalecer al sector productivo: a los emprendedores, a las micro, medianas y grandes empresas; a sus líderes y a sus equipos que se atreven a soñar en grande, innovar y crecer.
En este orden de ideas, en Origen creemos que es urgente generar las condiciones para que los empresarios puedan confiar y apostarle al país; necesitamos visibilizar los aportes y el impacto del sector productivo para ayudar a reposicionar su labor y promover espacios de conversación y colaboración entre las empresas, las comunidades y el sector público para poder capitalizar las fortalezas de cada uno al servicio del desarrollo del país.
También estamos convencidos de que para cerrar las brechas sociales, económicas y ambientales necesitamos un sector empresarial sólido, valiente e innovador; necesitamos líderes empresariales y profesionales cada vez más conscientes de su rol en la sociedad, conectados con sus comunidades y sus grupos de interés; necesitamos que los empresarios aborden de forma permanente el reto de colaborar con el sector público, que se involucren y escuchen más para poder desarrollar mejor su estrategia de impacto.
Pero, ante todo, necesitamos que el Gobierno Nacional, los gobiernos locales y la sociedad en general rodeemos, apoyemos y protejamos a nuestras empresas, de tal forma que se generen las condiciones para seguir creyendo e invirtiendo en Colombia.
Estoy convencida de que este momento histórico nos exige dejar atrás la desconfianza, los discursos de odio y división, para estar a la altura de los desafíos. Hoy más que nunca Colombia necesita que reconozcamos los avances, construyamos sobre lo construido y logremos un verdadero liderazgo colectivo entre el sector público, el empresarial y la sociedad civil; basado en el reconocimiento y la valoración mutua, el interés genuino de “ponernos en los zapatos del otro” para identificar puntos comunes y las fortalezas individuales que nos permitan apalancar los inaplazables procesos de cambio que Colombia necesita.